¿Quién es Xavier Dolan?


11 de Diciembre de 2014
por Iñaki Ortiz

Solo tiene 25 años pero ya ha dirigido cinco películas. Ha pasado de sorprender en 2009 con una obra rabiosa y tan irregular como prometedora, como era Yo maté a mi madre, a estar en boca de todos con la ambiciosa Mommy, con una temática muy similar. Muchos le aman y unos cuantos no lo soportan demasiado. Su cine rebosa pasión y exceso. Cámaras lentas, secuencias videocliperas, esteticismo, trucos formales. Él asegura que no le da importancia a la belleza, solo al amor. Que sus películas tienen mucha cámara en mano con iluminación descuidada, pero lo cierto es que en su cine siempre hay espacio para momentos preciosistas. Por el uso de la banda sonora sobre cámaras lentas sus dos primeras películas recuerdan, a veces, al cine de Wong Kar Wai. Hay algún seguimiento de la actriz de Los amores imaginarios, que evoca a las sugerentes imágenes de Deseando amar.

Xavier Dolan

Dolan empezó a actuar a los 4 años, lo que nos hace entender que a los 19 años ya dirigiera y protagonizara su primera película. Parecía aún más joven, pues interpretaba a un chico de 16 años. Yo maté a mi madre, una historia de un joven gay que tiene una relación tormentosa de amor odio con su madre, tiene un importante componente biográfico, según ha confesado. Se nota en la furia de su ejecución, una terapia o casi un exorcismo fílmico para un autor muy emocional.

Al principio, la producción estaba siendo costeada por el propio director, aunque finalmente recibió una subvención. No debió ser suficiente para él, pues después se ha quejado del sistema de subvenciones de Quebec -su lugar de origen. En cualquier caso, se notan diferencias de factura dentro de la película, de composiciones interiores de lo más amateurs hasta algunas decisiones muy acertadas. Se puede achacar a su inexperiencia, pero creo que sobre todo hay detrás un desigual presupuesto. Sea como fuere, no hay más que ver esa ópera prima, sabiendo la edad de su director, para entender que hay un talento furioso queriendo abrirse paso. Con el rápido avance de sus próximos trabajos, uno al año, Dolan no pierde su pasión ni sus obsesiones, pero va ganando en técnica. Lo que tenemos en Yo maté a mi madre es un diamante en bruto, rompedor, pero que necesita ser bien pulido. No se le escapó su talento a la gente de Cannes, al incluirla en la Quincena de los realizadores y darle nada menos que tres premios. El mundo ya empezó a saber de ese joven visceral.

Yo maté a mi madre

La banda sonora es una muestra clara de lo que será su cine. Mezcla excesos pop audiovisuales, como el sexo a lo Jackson Pollock al ritmo de Vive la fête o la cámara lenta sensual de la discoteca al son de Crystal Castles; con elecciones deliciosamente horteras como el final de los créditos con Luis Mariano. Este será uno de sus rasgos distintivos toda su carrera.



Su segunda película, Los amores imaginarios, es mucho más sofisticada. Hay un mayor cuidado estético. Como comentaba al principio, algunos momentos visuales pueden recordar a Wong Kar Wai, aunque no terminan de conseguir la fuerza que demostrará en su siguiente película. El tono de la película es muy cercano a los clásicos de la nouvelle vague, con ese triángulo de amor complicado tan típico de entonces, y con un especial interés por un vestuario cool. Dolan habla del amor no correspondido, pero va más allá, adentrándose en ese amor imaginario, en ese vínculo unilateral que parece sugerir un amor consensuado. Para ello juega con elementos sugerentes que evocan una imagen sexual sin que, de manera real, se consume nada. Un malvavisco puede ser una buena metáfora de una mamada.

 

Los amores imaginarios

Una historia sobre lo frágil de las suposiciones amorosas, y el abismo entre todo y nada que puede estar en nuestro modo de entender la realidad. Un vínculo virtual. En esta ocasión, Cannes le subió de nivel, a la sección Un certain regard. Con esta película gana en sofisticación y en factura, pero pierde un poco la energía de su primera obra. Por otra parte, aún no ha llegado a depurar su técnica, algo que sí conseguirá en la siguiente.

Solo hace tres años que ha empezado a dirigir y aún tiene 23, pero en Laurence Anyways parece que Dolan llevara ya muchos años rodando. Domina una historia que dura casi tres horas, con una madurez sorprendente en el manejo de los personajes. La poesía visual de algunas secuencias va más allá de lo que había conseguido, pero manteniendo la misma idea. Momentos musicales y una estilización absoluta. Excesos formales tan flagrantes como en sus dos primeras películas pero que deslumbran con su plasticidad. La selección musical, una vez más, pasa de la modernidad de grupos como Moderat o Fever Ray a elecciones tan "personales" como Céline Dion (Dolan es muy fan de Titanic, que ha visto montones de veces, muchas de ellas en el cine. Compara su película con ella, porque ambas son películas-río de larga duración. Supongo que Céline Dion no es una referencia gratuita). Seguramente, una de las dos secuencias más memorables de su carrera (la otra está en Mommy) y que se podría decir que ya forma parte de la historia del cine es la siguiente:



Como en el caso anterior, acabó en Un certain regard y aquí Dolan terminó saltando. Dijo que su película merecía estar en la sección oficial. Es un tipo arrogante pero visto desde hoy, lo cierto es que tenía razón. En su siguiente película no pasó por el aro, él quería sección oficial y la tuvo, pero en Venecia. Era Tom a la Ferme. En el momento en el que ya parecía dominar su juego, es decir, intercalar un drama potente con explosiones pop, rueda su película más distinta y, en mi opinión, la más interesante. Como si quisiera seguir experimentando, probando sus límites.

En un juego muy arriesgado de géneros, donde se mezcla la fantasía erótica con el terror rural, el drama e incluso algunos puntos de comedia. Paradójicamente, su película más atrevida desde el punto de vista narrativo es precisamente la que menos derroches formales tiene. Su factura ya es impecable, y estéticamente tiene algunos planos estupendos; la atmósfera está muy conseguida; pero no cae en prácticamente ninguno de sus momentos musicales, salvo quizá un fabuloso tango, que dejando a un lado su locura conceptual, no es para nada excesivo.

 

Tom a la ferme

La película que acaba de estrenar Mommy, en cierta manera cierra el círculo. Vuelve a contar una historia muy parecida a la de Yo maté a mi madre, de hecho las actrices, habituales en su filmografía, hacen casi el mismo papel. Pero esta vez, ha pasado por una interesante fase de experimentación y aprendizaje y es capaz de conjugar la rabia de su primer trabajo con la capacidad estética de Laurence Anyways. Al ritmo de Oasis, nos deja un plano que todos recordaremos. Consigue una atmósfera asfixiante, con un juego muy atrevido, usando un scope de 1:1 (pantalla cuadrada). Recicla conceptos de su primera película, como por ejemplo, aislar a los personajes en el plano: en aquella situaba a cada personaje en el extremo del plano para que no entraran ambos a la vez; aquí usa un scope tan estrecho que tampoco caben.

Mommy

Y si hablamos de conseguir cerrar el círculo, no hay que olvidar que esta vez sí que lo ha conseguido, sección oficial de Cannes. Además consiguió el premio del jurado, ex-aequo con el mismísimo Godard. Da la sensación de que Dolan, con sus 25 años ya ha llegado a la cumbre. ¿Y ahora qué le queda? Pues no sé lo que le queda pero sí sabemos cuál es su siguiente paso. Su primera película en inglés, The death and life of John F. Donovan, con Jessica Chastain de protagonista, Kathy Bates y Susan Sarandon. Era de esperar que Chastain acabara en su nueva película, después del pequeño "idilio" que tuvieron en Twitter después de que ella alabara Mommy. Os lo dejo ahí, la conversación completa en Twitter, en inglés, pero se entiende fácil. Una pista: "beard" en jerga significa una pareja falsa para ocultar la condición sexual de uno (la novia postiza para un gay):



Veremos si conquista Hollywood.

Crítica de Mommy

 

Laurence Anyways




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