'Scream', una saga cinéfila


18 de Abril de 2011
por Iñaki Ortiz

Llega a nuestras carteleras la cuarta entrega la famosa saga Scream, once años después de la anterior. Puede ser un buen momento para recordar la que, entonces, parecía una trilogía cerrada.

Drew Barrymore al teléfono

Hay que entender Scream como un estudio del slasher adolescente desde dentro. Las tres entregas no se separan de las normas y los tópicos del género, al tiempo que analizan de forma explícita, o sugerida, las características más importantes de este tipo de cine de terror. Scream es terror, pero también es comedia, es parodia pero también se toma en serio a sí misma. Su villano es apaleado constantemente y humillado con golpes y caídas, pero su cuchillo afilado es letal. En esta senda peligrosa, entre la risa y el susto, entre la parodia y el homenaje, se mueve la saga, a veces con más acierto que otras, para conseguir una charla cinéfila con los fans del terror, dentro de la propia película. ¿Cuál es tu película de terror favorita?


Antecedentes de Wes Craven

Wes Craven Krueger

Detrás de todas las películas de Scream tenemos al mayor especialista del género, Wes Craven. Realizó algunas de las películas de culto del cine de terror en los 70 (Las colinas tienen ojos, La última casa a la izquierda...). Pero seguramente su mayor éxito fue crear el personaje de Freddy Krueger en Pesadilla en Elm Street (1984). De hecho, en la primera entrega de Scream hay al menos dos referencias importantes a esta otra saga. Por un lado, el cameo del propio director como conserje disfrazado de Krueger (véase la foto sobre estas líneas) y por otro lado, el comentario positivo que se hace de la primera película, apostillando que las secuelas no valían nada (Craven no dirigió las secuelas, a excepción de su nueva incursión años después).

Precisamente este regreso del director a la saga, La nueva pesadilla (1994), sólo dos años antes que Scream, que suponía ya la séptima entrega es quizá el antecedente más cercano dentro de su carrera. La excusa para retomar la saga hundida por sus secuelas de baja calidad, fue un replanteamiento en clave de metacine. La idea se llevó al extremo, con los actores interpretándose a sí mismos, y un juego de espejos entre realidad y ficción. En cierto modo, con Scream, Wes Craven vuelve a rondar la idea del cine de terror dentro del cine de terror, aunque de un modo más asimilable por el gran público (ni que decir tiene que el éxito fue mucho mayor) y menos radical. Además, incluía de nuevo la cuestión de las llamadas telefónicas amenazadoras (en este sentido hay escenas muy similares). En cierto modo, suavizó su planteamiento, pero sin restarle importancia. Lo que alguien me tendría que explicar es por qué entre estas dos obras coherentes y novedosas, perdió el tiempo con Eddie Murphy en Un vampiro suelto en Brooklyn.

El tema

Randy explica las normas del terror

Básicamente el tema es el mismo en las tres entregas: el cine de terror, pero con pequeñas diferencias. En la primera entrega, se aborda el género al completo, las normas no escritas, las trucos, los errores habituales. Para poner voz al conocimiento del género del director, aparece el personaje de Randy, el chico del videoclub, un friki que se encargará de explicar a lo largo de las tres películas, las claves cinéfilas (su aparición en la tercera es digna de aplauso). El juego de espejos es interminable y se podrían poner mil ejemplos, pero quizá uno de los más rebuscados es en el que Randy advierte al personaje de la televisión que hay alguien detrás de él mientras ghostface le acecha, y después otros personajes ven estas imágenes a su vez. En todo momento la película quiere dejar claro que todas las referencias y todas las chanzas que se hacen sobre el cine de terror son perfectamente válidas aplicadas sobre sí misma.

En la segunda parte, el tema se centra en la secuelas de terror, y por extensión, en la secuelas en general. Su motivación, sus normas, sus trucos, sus necesidades. La autoreferencia, en la segunda parte, alcanza un nuevo nivel: no se trata ya de una película hablando de sí misma sino de una saga hablando de sí misma. La película comienza con la proyección de la película de éxito Puñalada, referencia clara a Scream (Puñalada en inglés es Stab, que es un título muy similar a Scream) y que cuenta los sucesos de la primera parte, con la licencia poética de repetir los planos de la misma manera, aunque con otros actores (el personaje de Neve Campbell ya había anunciado en la primera parte que probablemente la interpretara Tori Spelling). Las referencias, por tanto, se disparan, pues entre el público de la película hay gente disfrazada de Ghostface, imitando a la película ficticia, de la misma manera que en el mundo real tenemos gente que se disfraza de la misma manera imitando a la película real. El villano, por tanto, se camufla entre el merchandising de la película. Además, en esta segunda entrega, se utiliza el teatro como fondo para seguir jugando a los espejos. Por supuesto, Sidney (Neve Campbell) es la actriz protagonista de la función.

En la tercera parte, la cuestión principal se apoya en los cierres de trilogías, la conclusión. Las referencias aquí rizan el rizo: la película se está haciendo, por lo que los personajes tienen sus "dobles" en la realización de la nueva película. Además, para colmo, el punto inicial de todo parece centrarse en Hollywood, como queriendo crear un círculo autoreferencial. En todo caso, no se le saca todo el juego que se le podría sacar, y la cuestión no está tan bien encauzada como en la segunda entrega. Por otro lado, la película toma la opción de un tono más oscuro, con algunas escenas de terror psicológico, con la protagonista atormentada por la figura de su madre. A la vez, el humor se vuelve más explícito, lo que desestabiliza el delicado equilibrio que se mantenía hasta entonces.

Además se van incluyendo nuevos elementos, como la discriminación racial en el cine de terror, o el mundo de Hollywood.

El tono

Palomitas al rojo vivo

Por mucho que las películas de Scream estén repletas de detalles, referencias y homenajes; por mucho que pretendan ahondar en cuestiones del género; nunca pierden su vocación de cine comercial. En la primera escena de la primera entrega, el personaje de Drew Barrimore se está haciendo unas palomitas, que finalmente quedan olvidadas en el fuego. La imagen no puede ser más evidente, esas palomitas a punto de estallar es lo que está a punto de suceder. La segunda entrega empieza directamente en un cine, donde, como he dicho antes, se proyecta un sucedáneo de Scream. Dentro el público parece una fiesta con, una vez más, palomitas saltando contra la pantalla.

 

Por otra parte, la película está llena de humor, quizá tenga más de comedia que de terror. A veces es difícil saber hasta dónde llegan las intenciones humorísticas. Wes Craven, como buen fan del terror, sabe lo fino que es el límite entre una diversión puramente terrorífica y la risa. En qué medida lo fomenta, y dónde quiere poner los límites en su película -si es que quiere hacerlo- es difícil de medir. Como he dicho antes, las normas aplicables a las películas que Scream homenajea, son aplicables a la propia película, y el aspecto cómico no deja de ser una de ellas.

Ghostface

Ghostface

El villano merece una mención aparte. Su característica más llamativa es su condición genérica: es el disfraz, no la persona. De hecho, la persona que lo utiliza cambia a lo largo de la saga, llegando a ser en ocasiones utilizado por dos a la vez. En cierto modo esto lo hace indestructible, al ser más un concepto que un ser vivo. Vemos en la primera entrega a muchos imitadores bromistas que crean una situación inquieta ante la dificultad de identificar al verdadero, pero lo cierto es que no hay un villano verdadero. Todos son imitadores, los asesinos también. Todos usan el mismo disfraz barato, la única diferencia entre unos y otros es quién está dispuesto a clavarte un cuchillo. Por esta razón Ghostface no es especialmente habilidoso, fuerte, inteligente o rápido; puede ser torpe, ridículo, poco astuto. Porque no es una persona concreta con cualidades y defectos concretos, es sólo un disfraz que oculta un deseo de muerte. Ghostface es la muerte que acecha. Puede ser patético, esperpéntico, grotesco, absurdo, pero al mismo tiempo temible.




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Carátula de la película Scream 4

Scream 4

 (Scream 4)
4/5
Director: Wes Craven
Actores:
David Arquette
Neve Campbell
Courteney Cox
Emma Roberts
 



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